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4 de octubre de 2015

Perspectiva de lectura

“…Perspectiva sociocultural de la lectura, desde la lingüística más etnográfica, ecológica, émica…”
Así comienza el discurso de Daniel Cassany.
“Artefactos”, “vernáculo”, “literatura”
Y con palabras como las anteriores continua.
Todos estos términos me llamaron la atención desde la primera vez que vi el vídeo propuesto.
La perspectiva que plantea se acerca a la antropología, a la investigación de costumbres, a la conducta interna propia de cada individuo.
Se me antoja un discurso intenso, profundo, que llama a la reflexión docente.
Observo que “artefacto” no es solo el soporte que se utiliza (PC, tablet, móvil, libro, cuaderno de notas…) sino que va más allá. Nos adentra en las distintas lecturas que hacemos diariamente: la fecha de caducidad de un alimento, la cantidad de jabón para la lavadora, el mail en el trabajo o el whatsapp del amigo. El texto de estudio o el cuento de nuestros hijos. La potencia de la vitrocerámica o el programa del robot. La receta del bizcocho o nuestra novela cuando todos están acostamos.
Leemos ciencias, letras, matemáticas…
Leemos texto, luz, imágenes…
Leemos para informarnos, para divertirnos, para enseñar, para aprender…
Leemos en papel, tablet, Smartphone…
¡Y nuestros alumnos también! Ellos también se enfrentan a todos estos artefactos literarios.
“Literario” otro concepto que me llamó la atención no por el vocablo en sí, sino por su mención  en un discurso en el que Cassany introducía la dicotomía vernáculo-académico.
Literario: relativo o perteneciente a la literatura (RAE).
Literatura: cualquier trabajo escrito (en su sentido más amplio) (Wikipedia).
Y de nuevo me encuentro en una nueva reflexión. Si la literatura es cualquier trabajo escrito, un texto de ciencias también es literatura, y también lo es un teorema de matemáticas o un artículo de medicina y por supuesto las instrucciones de cualquier objeto, videojuego, el chat o las redes sociales.
Nuestros alumnos están expuestos a toda esta literatura cada día, a cada momento. No solo cuando trabajan en el aula, sino también cada vez que ellos, por su cuenta, en su tiempo de ocio leen. ¡Lo vernáculo! ¡Ese agujero negro que tanto asusta a los docentes y que con demasiada frecuencia criticamos! ¿Por qué? ¿Acaso no es literatura? ¿O es que solo “vale” leer los textos impuestos desde la escuela, los textos clásicos?
No digo que no haya que, por lo menos, recomendarlos. Aunque pienso que deberíamos tener en cuenta también la edad del alumnado, sus intereses, las capacidades, las necesidades, el entorno en el transcurren sus días…
Hay que enseñarles a leer y enseñar a leer (y sigo aquí los 4 niveles de Wells) no es solo entrenar la decodificación del código, sino también enseñarles para vivir en sociedad e interactuar de manera adecuada, enseñarles a obtener información cuando sea preciso y comprender los textos de manera profunda, de tal forma que se transforme el conocimiento, el pensamiento, que sean capaces de analizar y valorar un escrito desde una perspectiva crítica y respetuosa,
Y mientras en la decodificación y la obtención literal de información invertimos tiempo desde la escuela, ¿Lo hacemos también para desenvolverse en la sociedad, en el día a día, en distintos ámbitos? Y lo que me parece aún más importante porque nosotros somos docentes y ellos nuestros pupilos ¿les enseñamos a leer para aprender, para relacionar conceptos, para “mover” el pensamiento y que cada uno vaya construyendo su propio conocimiento?
Los resultados de las evaluaciones externas (PISA, PIRLS) indican que nuestro nivel de competencia lectora es positivo en comprensión literal, pero que nuestro porcentaje de éxito comienza a disminuir cuando llegamos al nivel en que es necesario realizar inferencias y empeoramos en cuanto hemos de argumentar acerca de lo leído.

Competencia lectora según la definición de PISA-PIRLS: La competencia lectora es la capacidad de comprender, utilizar y analizar textos escritos para alcanzar los objetivos del lector, desarrollar sus conocimientos y posibilidades y participar en la sociedad.

Algo parecido sucede cuando los alumnos se enfrentan a textos digitales con banners, links, enlaces, la publicidad que “salta”. En este artículo exponen los datos de una investigación en la que quedó patente que la comprensión lectora de los alumnos disminuye cuando lo hacen en un soporte digital, que en el tradicional papel.
                Así pues debemos enfocar la lectura desde varias perspectivas que han de entrelazarse suave y constantemente:

  • La lectura no es solo mecánica decodificadora de un código, sino que va más allá, hemos de llegar hasta la construcción de significados, la reconstrucción de conocimientos y favorecer así la configuración de la identidad personal de cada alumno.
  • Desde todas las áreas, sean de ciencias o de letras. Hemos de terminar con “los de lengua que no enseñan…”
  • Desde soportes variados y acordes a los tiempos actuales sin despreciar ni relegar a los tradicionales.
  • Desde artefactos literarios que abarquen las diferentes finalidades lectoras: búsqueda de información, aprendizaje, ocio…
  • Teniendo en cuenta lo que nuestros alumnos leen en su tiempo libre, porque desde ahí, desde sus propios intereses podremos no solo aprender nosotros y llevar estas prácticas al aula, sino enseñarles a ellos a desenvolverse de manera eficaz en los distintos medios en los que interactúan.

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