Así comienza el discurso de Daniel Cassany.
“Artefactos”, “vernáculo”, “literatura”
Y con palabras como las anteriores continua.
Todos
estos términos me llamaron la atención desde la primera vez que vi el vídeo
propuesto.
La perspectiva que plantea se acerca a la
antropología, a la investigación de costumbres, a la conducta interna propia de
cada individuo.
Se me antoja un discurso intenso, profundo, que llama
a la reflexión docente.
Observo que “artefacto” no es solo el soporte que se utiliza
(PC, tablet, móvil, libro, cuaderno de notas…) sino que va más allá. Nos adentra
en las distintas lecturas que hacemos diariamente: la fecha de caducidad de un
alimento, la cantidad de jabón para la lavadora, el mail en el trabajo o el
whatsapp del amigo. El texto de estudio o el cuento de nuestros hijos. La
potencia de la vitrocerámica o el programa del robot. La receta del bizcocho o
nuestra novela cuando todos están acostamos.
Leemos
ciencias, letras, matemáticas…
Leemos texto, luz, imágenes…
Leemos para informarnos, para divertirnos, para
enseñar, para aprender…
Leemos en papel, tablet, Smartphone…
¡Y nuestros alumnos también! Ellos también se
enfrentan a todos estos artefactos literarios.
“Literario” otro concepto que me llamó la atención no por el
vocablo en sí, sino por su mención en un
discurso en el que Cassany introducía la dicotomía vernáculo-académico.
Literario:
relativo o perteneciente a la literatura (RAE).
Literatura:
cualquier trabajo escrito (en su sentido más amplio) (Wikipedia).
Y de nuevo me encuentro en una nueva reflexión. Si la
literatura es cualquier trabajo escrito, un texto de ciencias también es
literatura, y también lo es un teorema de matemáticas o un artículo de medicina
y por supuesto las instrucciones de cualquier objeto, videojuego, el chat o las
redes sociales.
Nuestros alumnos están expuestos a toda esta
literatura cada día, a cada momento. No solo cuando trabajan en el aula, sino
también cada vez que ellos, por su cuenta, en su tiempo de ocio leen. ¡Lo vernáculo! ¡Ese agujero negro que tanto
asusta a los docentes y que con demasiada frecuencia criticamos! ¿Por qué? ¿Acaso
no es literatura? ¿O es que solo “vale” leer los textos impuestos desde la
escuela, los textos clásicos?
No digo que no haya que, por lo menos, recomendarlos.
Aunque pienso que deberíamos tener en cuenta también la edad del alumnado, sus
intereses, las capacidades, las necesidades, el entorno en el transcurren sus
días…
Hay que enseñarles a leer y
enseñar a leer (y sigo aquí los 4 niveles de Wells) no es solo entrenar la decodificación del código, sino
también enseñarles para vivir en sociedad e interactuar de manera adecuada, enseñarles
a obtener información cuando sea preciso y comprender los textos de manera
profunda, de tal forma que se transforme el conocimiento, el pensamiento, que
sean capaces de analizar y valorar un escrito desde una perspectiva crítica y
respetuosa,
Y mientras en la decodificación y la obtención
literal de información invertimos tiempo desde la escuela, ¿Lo hacemos también
para desenvolverse en la sociedad, en el día a día, en distintos ámbitos? Y lo
que me parece aún más importante porque nosotros somos docentes y ellos
nuestros pupilos ¿les enseñamos a leer para aprender, para relacionar
conceptos, para “mover” el pensamiento y que cada uno vaya construyendo su
propio conocimiento?
Los resultados de las evaluaciones externas (PISA,
PIRLS) indican que nuestro nivel de competencia lectora es positivo en
comprensión literal, pero que nuestro porcentaje de éxito comienza a disminuir
cuando llegamos al nivel en que es necesario realizar inferencias y empeoramos
en cuanto hemos de argumentar acerca de lo leído.
Competencia lectora según la definición de PISA-PIRLS: La
competencia lectora es la capacidad de comprender, utilizar y analizar textos
escritos para alcanzar los objetivos del lector, desarrollar sus conocimientos
y posibilidades y participar en la sociedad.
Algo parecido sucede cuando los
alumnos se enfrentan a textos digitales con banners, links, enlaces, la publicidad
que “salta”. En este artículo
exponen los datos de una investigación en la que quedó patente que la
comprensión lectora de los alumnos disminuye cuando lo hacen en un soporte
digital, que en el tradicional papel.
Así
pues debemos enfocar la lectura desde varias perspectivas que han de
entrelazarse suave y constantemente:
- La lectura no es solo mecánica decodificadora de un código, sino que va más allá, hemos de llegar hasta la construcción de significados, la reconstrucción de conocimientos y favorecer así la configuración de la identidad personal de cada alumno.
- Desde todas las áreas, sean de ciencias o de letras. Hemos de terminar con “los de lengua que no enseñan…”
- Desde soportes variados y acordes a los tiempos actuales sin despreciar ni relegar a los tradicionales.
- Desde artefactos literarios que abarquen las diferentes finalidades lectoras: búsqueda de información, aprendizaje, ocio…
- Teniendo en cuenta lo que nuestros alumnos leen en su tiempo libre, porque desde ahí, desde sus propios intereses podremos no solo aprender nosotros y llevar estas prácticas al aula, sino enseñarles a ellos a desenvolverse de manera eficaz en los distintos medios en los que interactúan.
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